lunes, 24 de marzo de 2008

Dia 8. Nuevos Amigos.

Kharssius esperaba impaciente la llegada de sus exploradores mientras no dejaba de pensar en Mhancius y en su actitud. Siempre había escuchado a Thassius hablar de Mhancius como de un formidable guerrero, de alguien de quien se podría estar seguro de que no te traicionaría, de un fiel devoto de Khorne y de ser un hombre de confianza de Khronus pero tal sumisión no la esperaba. Si él hubiera estado en el pellejo de Mhancius no hubiera aguantado tanto ni se hubiera humillado de esa forma y menos delante de todos sus hombres; antes lo hubiera matado o viceversa. Si sus hombres le pierden el respeto y lo matan no seré yo el que lo defienda -pensó.

-Señor, acaban de llegar los exploradores -le dijo un guerrero.

-Hazlos pasar -respondió.

-Señor mas haya hemos encontrado agua, no sabemos si se trata de un lago o un mar -dijo el explorador señalando detrás de unas colinas.

-¿No habéis vistos ningún asentamiento?, ¿señales de movimientos de tropas?.

-No señor, no hemos visto nada.

-Muy bien, id al campamento y decidle a Mhancius que cambiaremos de dirección, iremos hacia el sur bordeando la costa y que intentaremos no alejarnos mucho del portal por si tenemos que enviar o recibir refuerzos.

-Levantad el campamento mañana al amanecer, partimos hacia el sur.

Mhancius estaba sentado en la puerta de su tienda, afilando su puñal. Maldito Kharssius, le ha faltado muy poco para que le rebanara el hígado -pensaba. Ya me aviso Thassius de su carácter y Khronus de lo que me esperaba junto a él, pero bueno, ordenes son ordenes y le temo mas a Khronus que al prepotente de Kharssius.

Mientras pensaba y afilaba su puñal miraba de un lado a otro del campamento como estaban sus tropas. Se percato de que cuando se encontraba con la mirada de algún draghars, esté le miraba con desprecio, como con ganas de poner en tela de juicio su jerarquía.

Me parece que voy a tener que ponerme serio antes de que el rebaño se desmadre -pensó- mientras se levantaba.

Enfundo su puñal y se puso a andar por el campamento y sucedió lo inevitable. Cuando se disponía a ver a los brujos después de revisar las defensas, un enorme draghars se tropezó con él derribandolo.

-No ves por donde andas perro -grito Mhancius mientras se levantaba.

-Te refieres a mí, monigote -le contesto el draghar que le sacaba tres cabezas de altura, acercándose a Mhancius espada en mano.

Mhancius desenvaino su espada y espero el envite del enorme bárbaro; este le lanzo una estocada que Mhancius esquivo dándole con la hoja de la espada en el rostro. El draghar lo intentaba pero Mhancius seguía esquivándolo y volviendole a golpear con la hoja de la espada con golpes certeros. Todo el campamento esta hipnotizado viendo el combate y esperando el trágico final del bárbaro, al principio alababan al osado draghar pero con el paso del tiempo ya se veía venir el final.

El enorme draghar estaba resoplando como un toro furioso, sangrado por múltiples sitios y escupiendo sangre y algunos dientes del ultimo golpe en su cara, Mhancius esta delante espada en mano sin mostrar ningún rastro de fatiga.

El campamento enmudeció cuando el draghar se lanzo hacia Mhancius con la espada en alto sujetada por ambas manos, Mhancius espero el envite y se aparto rápidamente golpeando con su pie en la rodilla del draghar, haciendo que este se derrumbara en suelo. Mhancius se giro rápidamente y de un salto se puso encima de la espalda le draghar y con el filo de la espada fue a golpearle a la cabeza.

Todos vieron caer la espada sobre la cabeza del draghar y ver salir un chorro de sangre del lateral de la cabeza y la inmovilidad total de este mientras Mhancius estaba encima de la espalda.

Mhancius se bajo del cuerpo del draghar, se agacho para cojer la cabeza del draghar y al levantarla todos vieron que la cabeza seguía unida al cuerpo, solamente le faltaba todo el lado derecho de la cara incluida oreja que permanecía estando en el suelo unida a la mejilla parte del cuero cabelludo y ceja.

-¿Alguno mas quiere empujarme?, ¿alguno mas cree que no soy digno de estar al mando?, ¿alguno mas quiere probar mi acero? -gritaba Mhancius- mientras miraba a todos los draghars y guerreros que estaban rodeando la pelea y manteniendo la espada apoyada en el cuello del draghar.

El circulo se fue dispersando murmurando la pelea que habían presenciando y preguntándose todos si habían juzgado demasiado pronto la autoridad de Mhancius.

-Levántate perro -le dijo al draghar.

Este se levanto mirándolo con el ojo que le había quedado intacto y se arrodillo.

-Señor, no soy digno de estar bajo su mando.

-Levántate y ves a que te curen esa herida. Has luchado como un valiente y prefiero mas que laves tu honor matando enemigos en el campo de batalla que bajo el filo de mi espada, le servirás mas a Khorne de esta forma.

Se despertó por la noche al oír un ruido en la puerta de su tienda, agarro su espada y se acerco lentamente. Separo lentamente las pieles y vio una enorme figura recostada en la tienda con una enorme hacha roncando, lo reconoció enseguida. Creo que puedo dormir tranquilo -pensó- mientras se volvía a echar sobre las pieles; pero no te puedes fiar -volvió a pensar y sonriendo agarro su espada y se la puso a su costado.

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